Ernesto Borneo es profesor de Contabilidad desde hace mas de 15 años, hincha de Independiente hasta la médula, admirador de Sabina y eterno creyente en la salvación de la juventud a través de la educación. Sueña con un nuevo edificio para el Colegio así como también que alguno de sus alumnos vuelvan al colegio, y no sólo a rendir materias previas.
Entro a un lugar conocido. Inmediatamente siento escalofríos y por cada lugar que miro traigo a mi mente un sin fin de recuerdos. Es increíble el sentimiento que producen determinados edificios. Si son solo ladrillos apilados. ¿Por qué tiene la importancia que tienen?
Me está esperando en la sala de profesores. Un lugar al que no habré entrado más de 5 veces en mis tres años en el Colegio. Ahora fui invitado a pasar.
Específicamente estamos en la Escuela de Enseñanza Media Nº 16, también conocida como “El Galpón”, aunque nunca me gustó esta denominación despectiva.
Es un edificio pobre, como el que podemos esperar de cualquier colegio público de la Provincia de Buenos Aires.
- Pasá, no tengas miedo. ¡No te van a poner amonestaciones!
- Todo bien, estoy acomodando las ideas.
- ¿Hacia mucho no venias?
- 4 años mínimo, vine a acompañar a Emilce Romeo, ¿se acuerda de ella?, se llevo su materia y vinimos a ver el programa.
- ¿Se presento a darla?
- No.
- ¿Bueno, empezamos?
- Ya lo hicimos.
- Es inevitable la pregunta acerca del tiempo. ¿Hace cuanto que esta en el colegio?
- Y… me recibí en el ’93, tenía 27 años. Ya no era un pibe. ¿A que edad te vas a recibir vos? ¿26,27 años? Yo tenia ni idea cuando me recibí y mirá que ya era grande. Cuando me faltaban pocas materias para recibirme, a veces miraba a mis profesores y decía: “¿yo me voy a convertir en eso?”.
- ¿Había alguno al que odiaba?
- No se si odiaba pero me desagradaban algunas formas de ser. Desde ya que era otra época en la que yo estudié. ¡No se podía decir ni mu! El profesor era EL Profesor. Palabra sagrada. Por eso, antes de recibirme me propuse, no ser como ellos. Les agradezco los conocimientos ya que sin ellos no seria lo que soy ahora, pero pedagógicamente, nos separaba un abismo.
- ¿Extraña a veces su época de estudiante?
- Son lindos recuerdos. Uno los mira a los chicos ahora y dice: “¡que ganas de ser como ellos!” Todo el mundo por delante. Y a la vez los vez tan desprotegidos, tan vulnerables a lo que hay en la calle que te da mucha impotencia. Los chicos creen que los “profes” somos sus enemigos, porque les damos tareas, les ponemos un uno…
- Su cara era de satisfacción poniendo Unos
- Nooo! Es que de otra forma no entienden. Los chicos creen que somos malos. Que todo es fácil. La vida no es fácil. Es una de las grandes fallas del sistema. La escuela paso de ser de un ámbito de enseñanza a un lugar de contención. A partir de eso ¿como hacemos para que los chicos se sienten a leer, se aprendan las cuentas…?
¡Afuera es una locura!
Un chico un día me dijo que le gustaba estar acá por que era como una isla. Que su vida era otra al menos por un rato.
Le pregunté que hacía en la tarde, no me pude contener e indague un poco.
- Historia durísima me imagino.
- A las 3 entraba a un supermercado chino que estaba a la vuelta de su casa. Trabajaba de repositor de mercaderías hasta las 10 que cerraba. Necesitaba la plata porque el padre no conseguía trabajo y con lo que ganaba la madre no alcanzaba.
Simple, así nomás. Nada de llorar. Lo contó con una naturalidad increíble. Casi con resignación. Como si siempre hubiese sabido que ese era su destino.
- ¿Cuantas historias como esa deben haber?
- Mas que eso. Los chicos que terminan el colegio y empiezan la vida real. Quizá por eso es que la fiesta de fin de año, el de la entrega de medallas es tan emotiva. Los chicos saben, aunque no se dan cuenta, que a partir de ese momento, la vida cambia para siempre.
- Se habrá encontrado con muchos ex – alumnos en todos estos años. ¿Los vio muy distintos? ¿ Nos vio muy distintos?
- Depende dede la realidad de cada uno. A vos te veo igual. Tenés la suerte de ir a la Facultad. Quizá tengas problemas, pero no creo que padezcas nada serio que no puedas enfrentar.
Hay otros casos que todo lo contario. Ya tienen familia, trabajo. No piensan en otra cosa mas que en ser el sostén de su hogar. Es duro encontrarse con un escenario así. Al verlos los saludas y están con un chico en brazos y otro en un carrito que los sostiene la señora, que tiene 20 años igual que él. Lo lindo es que se acuerdan de uno y me tratan de usted. Como si el tiempo no hubiese pasado.
- ¿Se iría a otro Colegio? ¿Dejaría este lugar por otro que le de mas materiales y donde haya mejores perspectivas?
- Soy titular en este colegio. Que me dio la oportunidad de mi primera titularidad. También enseño otros. Pero de aquí no creo que me vaya. Son demasiadas cosas las que me atan a este lugar. Mucho cariño y recuerdos. Pero principalmente la ilusión de que estas aportando algo en la vida de estos chicos. Son muy pocos los que vuelven. Y aunque no vuelvan, el saber que durante un tiempo, formaste parte de su vida e intentaste transformarlas. Lamentablemente no se logra la mayoría de las veces pero con intentarlo me quedo conforme.
- Pero convengamos que el tema financiero es considerado…
- Desde luego, hace 4 años que estoy casado y por ser padre. Se que el idealismo y los pensamientos utópicos encuentra un gran obstáculo cuando empezás a vivir para tu familia. Pero mi esposa sabe muy bien que nunca voy a abandonar esta premisa de vida. Me hice docente para poder contribuir con la educación. No renuncio a la idea de que esta es la única vía de que esta sociedad mejore. Y eso lo saben todas las personas que me conocen.
Así fue como llegamos al final de la entrevista.
Solo me faltaba una pregunta final:
Solo me faltaba una pregunta final:
- ¿Sigue yendo a ver a Independiente o ya se resigno?
- ¡Jamás!
- Gracias por su tiempo.
Con el transcurso de la charla, se fue distendiendo el clima cada vez más. Pero en ningún momento abandone esa postura de respeto hacia el profesor. No podía dejar de tratarlo de usted, tal y como me había dicho el profesor en una de las respuestas dadas.
Sin darnos cuenta se hicieron las 4 de la tarde y sin darnos cuenta teníamos de espectadores a la preceptora y la directora. Nos miraban y sonreían.
Al retirarme, mientras caminaba hacia la puerta, volví a sentir es escalofrío del principio. ¿Cuando volveré a entrar de nuevo? No se si me anime a entrar solo de nuevo. Demasiada nostalgia hay en esas viejas paredes.